PARA QUE CONSTE QUIEN MANDA: SU SÍMBOLO PRESIDIENDO EN LO ALTO
Buenos días ciudadanas y ciudadanos de Cáceres, Señora Acaldesa señoras y señores Concejales,. Es la tercera vez que me dirijo al Pleno del Ayuntamiento de Cáceres, desde este foro. En las tres ocasiones representando a la Asociación Cáceres Laica- Extremadura laica, y al grupo de personas que la respaldamos, ciudadanos que contribuimos con nuestros impuestos y nuestro trabajo diario al sostenimiento de esta ciudad, (y de este país), madres y padres, que cotizamos a la seguridad social, que votamos, que aportamos nuestro esfuerzo productivo en el mundo del trabajo, de la empresa, de la administración pública, de la política)…. que luchamos por un mundo en el que tengamos cabida todas y todos, en un plano de igualdad, y en el que se haga realidad ese derecho recogido en la carta universal de los Derechos humanos llamado “libertad de conciencia”.
En la primera ocasión vine a pedir la retirada del crucifijo del salón de plenos, y compruebo –ojalá no fuese así- que aún permanece presidiendo este espacio de discusión y toma de decisiones de nuestro gobierno municipal, como si tanto el pleno, con cada uno de sus miembros y toda la ciudadanía, hubiéramos de mantenernos unos metros por debajo de los valores, o más bien, intereses que dicho símbolo representa, cuando ni lo uno ni lo otro, han de regir los destinos de una ciudad democrática como ha de ser la nuestra.
En la segunda ocasión acudimos, ya en plena crisis, a pedir que los recursos que se habían destinado a subvencionar las mejora de las instalaciones propiedad, en última instancia, del obispado, y de la iglesia católica, se destinaran a paliar las crecientes carencias que ya estaban empezando a causar estragos en nuestro más cercano entorno, y cuando digo estragos sé que hay familias enteras ”viéndolas venir”, que entienden muy bien a lo que me refiero.
En ambas ocasiones pretendíamos que Cáceres avanzase hacia una ciudad moderna como Madrid, Barcelona, París, Londres, Lisboa, Nueva York…etcétera y todas aquellas que respetan la neutralidad religiosa de los espacios institucionales, sin colgar del salón de plenos de sus respectivos ayuntamientos símbolo religioso alguno; Ciudades que, en busca del desarrollo, han tratado históricamente de aceptar la actualidad democrática y de desanclarse de un pasado de dependencia religiosa, esa forma de integrismo que tanto nos preocupa cuando se trata del integrismo islámico, y que hace bien en preocuparnos, porque la separación de lo público y lo religioso es la única manera de permitir el desarrollo de ciudades cosmopolitas y abiertas, facilitando la convivencia de la pluralidad de culturas y creencias que en ellas se entrelazan. En definitiva ciudades en que las instituciones salvaguardan ese sagrado principio que garantizan todas las leyes fundamentales, y cada uno de los tratados internacionales que se han firmado desde la revolución francesa hasta nuestros días: La igualdad.
Y no quiero aburrirlos recitando la lista de normas, y leyes que amparan la igualdad y la libertad de conciencia, porque como todos y todas ustedes saben “el papel lo aguanta todo” –otra cosa es que se cumpla- y tampoco quiero perderme entre artículos o versículos que a veces vienen a ser lo mismo, porque ¿Cómo voy a enseñarle yo a ustedes, con su experiencia en leyes, lo que significa el popular dicho de: “el que hizo la ley hizo la trampa”?.
Hemos venido aquí a que se oiga la voz de un grupo de cacereñas y cacereños, (en pleno uso y ejercicio de sus derechos civiles), que contemplamos (con estupefacción), como la crisis, y los recortes nos colocan en el abandono, en la calle, en el paro, en la precariedad y en la escasez, haciendo frente a nuestras obligaciones tributarias puntualmente, mientras se exime a la iglesia del pago del IBI de todos sus edificios, aunque en ellos se asienten florecientes negocios turísticos y mercantiles.
Las personas a las que represento sabemos que el empecinamiento en mantener ese crucifijo presidiendo este salón, no es un descuido ni una circunstancia irrelevante, sino la manera simbólica de constatar la prevalencia de una ideología muy concreta, sobre libertad de conciencia individual de cada uno de los ciudadanos y las ciudadanas llamadas a este recinto, y sobre el derecho a la misma. Ese crucifijo, que nada tiene que ver con nuestros planteamientos civiles y democráticos, y que, (además), (contribuye a que se nos siga conociendo) como el rincón exótico (de la España profunda y carpetovetónica), que acabó siendo noticia mundial por cosas como) la retirada de una reproducción de la “maja desnuda” del escaparate de una tienda de pintura, (el feudalismo de) los “santos inocentes”, (o la brutal matanza) de Puerto Hurraco no es, en definitiva, inocente, ni inocuo, como se quiere hacer ver), representa la pugna de la religión, católica en este caso, por controlar a los poderes públicos, imponiendo sus criterios religiosos por encima de las propias leyes, y del propios, derecho de la ciudadanía a elegir.
Queremos la retirada del crucifijo, porque queremos que los delitos no se confundan con los pecados, que la blasfemia deje de ser un delito, que el aborto no sea penalizado, que cada cual decida si quiere o no optar por la eutanasia llegado su momento, que se avance en la investigación científica para la curación de enfermedades como el parkinson, el cáncer o el alzeimer, aunque suponga el uso de embriones congelados, que la iglesia pague , como el que más, los impuestos, y que los 10.000.000 millones de euros qué cada año se le regalan permanezcan engrosando los deteriorados Presupuestos Generales de las correspondientes Administraciones que o bien los pagan o, vía impuestos, los dejan de percibir en la actualidad.
Finamente Cáceres Laica, consciente de que Cáceres es conocida por ser de las últimas ciudades en retirar la famosa cruz de los caídos del centro de la ciudad, rechaza el hecho de pasar a la historia por ser la última ciudad en retirar el crucifijo del salón de plenos de su ayuntamiento, y pide dicha retirada, lo que no creemos que suponga un desequilibrio financiero a las arcas locales.
Así mismo nuestra asociación insta a este ayuntamiento a que de pasos hacia el laicismo, absteniéndose de mezclar lo público con lo religioso, es decir, evitando la participación de la institución o sus representantes, a título oficial, en ceremonias religiosas. Pedimos a todas las personas que integran la corporación, que asuman la aconfesionalidad del Estado, y de sus instituciones , y desvinculen sus creencias personales de sus actos representativos, en aras de una mejor convivencia y para salvaguardar la igualdad, y el derecho a la libertad de conciencia de todos y todas los cacereños.
Mila Carrero Sánchez
Presidenta de Cáceres Laica
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