martes, enero 23, 2007

DESDE MIS OJOS DE MUJER Y EL BALCÓN DE EXTREMADURA

Mujer maltratada
Estoy harta de eufemismos, que suavizan la realidad llamando “violencia de género” al asqueroso machismo de toda la vida, que desprecia el valor de la vida de la mujer.

Y no debería quejarme porque el año ha empezado con 20 días de respiro, sin ningún asesinato de mujeres a manos de sus compañeros o “ex compañeros” sentimentales, cuando la media del 2006 ha sido de una mujer asesinada, por el que se cree su dueño, cada 5 días, es más, si contamos a las mujeres que víctimas de la “violencia machista”, han sido asesinadas por otros familiares, los casos de niñas y jóvenes que no alcanzan la mayoría de edad, los de prostitutas, los insuficientemente documentados, etc han sido 110 las vidas de mujeres cobradas, en nuestro país, por la barbarie machista, el pasado año, lo que supone una media de una mujer asesinada cada tres días.

Llamémosles a las cosas por su nombre. Admitamos que el atrevimiento de miles de hombres a declarar que una mujer es suya para siempre, por encima de la propia vida, y hasta de la muerte, no es una inclinación genética, sino un criterio aprendido, de una sociedad machista que considera a la mujer como una ”subespecie humana”. Las palizas de un marido a su mujer para “domarla” a su gusto, las amenazas, las coacciones, las vejaciones, los malos tratos, tan cotidianos como el aire que respiramos, que una multitud de hombres, y no exagero, utilizan como estrategia para doblegar a su compañera, son distintas formas de lo mismo: Técnicas de imposición de un sistema patriarcal, apoyado en una arraigada mentalidad machista que hay que desterrar aunque para ello haya que transformar toda la estructura social empezando por el concepto tradicional de “familia”.
Y la sociedad anima a esas mujeres a liberarse, y a denunciar, pero muchas de las que se atreven a solicitar el divorcio, e incluso que denuncian el maltrato, tienen que soportan años de acoso de sus “ex”, que siguen limitándolas y controlándolas, forzándolas a esconderse para hacer su vida, obligándolas, a veces, al destierro, y al desarraigo, o a cobijarse en un centro de acogida; Son miles de mujeres que viven amedrantadas mirando para atrás, porque la sociedad no puede permitirse pagar un guardaespaldas para cada una de ellas. ¿Pero hasta cuando?

¿Y porqué no son los maltratadores los obligados a irse a un centro de acogida que, a su vez, controle el cumplimiento que estos hombres hacen de las sentencias de alejamiento? Que sean ellos los que sufran el desarraigo, y los que lleven guardaespaldas. Es cuestión de legislar, y articular las medidas oportunas, que ejecuten con garantía las sentencias judiciales.
Claro que ayudaría que aprendiéramos a valorar el concepto de libertad individual, y a desterrar de las mentes los imaginados derechos a la posesión sobre la “propia mujer”, que en base a unas distorsionadas ideas de la fidelidad, del honor y del deshonor, permanecen fuertemente arraigados en la mentalidad machista, pero todo esto habría que hacerlo ya, actuando sobre la inestimable herramienta de los medios de comunicación de masas, y con la implicación de todos los hombres y las mujeres que entiendan el problema, y quieran acabar con él.

Milagrosa Carrero Sánchez
Profesora de Secundaria