miércoles, diciembre 08, 2010

Mundo de mierda

Desde el abatimiento escribo estas obligadas letras, entre la indignación, y el desánimo que me produce el espectáculo que contemplo.

25.000 personas mueren de HAMBRE cada día…Gente que previamente ha pasado graves carencias, verdadera necesidad, tremendas incomodidades, dolor, tristeza, sufrimiento, enfermedades, desamparo, desesperación y desprecio, después de ver morir a sus hijos sin poder hacer nada para evitarlo, a pesar de que su salvación habría costado tan sólo unos cuantos euros.

Un reparto equitativo y racional de la riqueza, y una planificación de los recursos habrían bastado para evitar tanta ignominia.

Pero en este mundo de mierda en el que estamos viviendo la mayor parte de la riqueza está en muy pocas manos.

Esta distribución discriminatoria se da por clases sociales y por regiones del planeta, generando a los que se van “salvando de la quema” la quimérica idea de que con un reparto equitativo todos seríamos más pobres y por lo tanto prefieren conservar lo que creen su situación de privilegio.

Divide y vencerás, dijo Julio Cesar, y el sistema se vale de esta artimaña para mantenernos en el profundo agujero de la desigualdad, mientras que avanza catastróficamente, sin miedo a cargarse la biodiversidad, el aire, el agua, o los mismísimos ecosistemas que hacen posible nuestra existencia, y se afana, en una cruel ofensiva por monopolizar los recursos del planeta convirtiendo a los ciudadanos en simples consumidores y mano de obra barata, que se conforman con saber que se jugarán, o en el mejor de los casos, con ver en la tele, tres partidos de futbol a la semana.

Mientras, en la Europa dónde aun se hablaba del bienestar, y de logros sociales, se imponen lo que llaman los mercados, a saber, el capital, puenteando a los Gobiernos, que en vez de responder a las necesidades de la población se comportan como marionetas de los poderosos, privatizando, las empresas públicas, la gestión y la titularidad, de los servicios públicos, y hasta los sectores estratégicos de los países, como transportes, comunicaciones, educación, o sanidad, el sistema de prestaciones sociales, y el sistema de pensiones.

¿Pero es que no tenemos ojos en la cara? Y encima nos ponen la película de Espartaco para que ni lo intentemos… Hay que negarles su presumida propiedad de los recursos, y redistribuirlos, pero mientras tanto … creo que deberíamos dejar de participar en este juego boicoteando al sistema ya, pero claro…aparte de no distinguir una lechuga de una escarola, ni un puerro de unos ajetes, reconozco que yo tampoco sé muy bien por dónde empezar.

Mila Carrero Sánchez