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domingo, octubre 21, 2007

Almaraz: Cuanto más vieja más pelleja


La central nuclear de Almaraz (Cáceres) entró en funcionamiento en mayo de 1981. Era la primera central española de segunda generación.

Durante estos 26 años de funcionamiento los accidentes no han dejado de producirse, el 13 de julio de 1988, el más grave de ellos, que consistió en una fuga de agua radiactiva del circuito primario al secundario de 3,3 litros/minuto que produjo emisiones radiactivas gaseosas al medio ambiente exterior.

Un accidente nada infrecuente en las larguísimas tuberías del circuito de vapor de estas centrales, especialmente cuando están a punto de rebasar todo margen razonable de vida útil.

Durante muchos años confiábamos en que Ibarra cumpliría su compromiso de respetar este plazo fijado en el 2010, como cumplió el desmantelamiento de Valdecaballeros. Especialmente después del accidente de Chernobyl cuya nube radiactiva atravesó toda Europa.

Ahora que el Ministerio está decidido a ignorar la voluntad de los extremeños, prorrogando la vida útil de la Centrar en favor de las eléctricas, y Guillermo Fernández Vara parece dispuesto a “tragar”, quiero decir claramente que me parece una “tomadura de pelo” y un despropósito, independientemente de que por fin se llegue a diseñar el necesario plan de actuación, hasta ahora inexistente, para las ciudades del entorno, como Plasencia, Cáceres, Mérida, o Trujillo.

Sería una decisión que nos espanta a los extremeños, conocedores de primera mano, de los efectos de la radiactividad, aunque no se hayan llegado a publicar los pertinentes estudios epidemiológicos, si es que se han concluido.

Si los malos augurios se confirmaran, el PSOE podría pagar muy caro este incomprensible menosprecio a nuestros votos, a pocos meses de las elecciones, y cuando el resultado va decidirse por un pequeño puñado de escaños.

Milagrosa Carrero Sánchez



lunes, junio 04, 2007

Porque la tierra no es tuya




Antes de que la costa estuviera superpoblada, y las grandes urbes salpicaran el mapa de la piel de toro, antes de que Europa se convirtiera en un gigante punto iluminado en la oscuridad de la noche, y antes incluso de que la deforestación amenazara con la extinción de los grandes bosques tropicales del planeta una ardilla podría atravesar la península ibérica saltando de árbol en árbol sin tocar el suelo.


Es la consecuencia de la llamada "sociedad de consumo" base del sistema capitalista, que premia el derroche, incitándonos a cambiar de ropa cada temporada, a comprar un móvil nuevo cada 18 meses, un ordenador cada tres años, un coche cada cinco, una lavadora cada 8, y un frigorífico cada 10. Un sistema que inventa continuamente productos diferentes, y que llega a generarnos necesidades inexistentes, para arrastrarnos al vértigo consumista.


Un sistema que ha acabado con la mayor parte de los bosques primarios del planeta, ecosistemas amenazados donde residen dos terceras partes de la biodiversidad terrestre, a veces para explotarlos como campos de cultivo de soja, para transformarlos en urbanizaciones, o simplemente para usar la madera, también base del papel.


Un sistema que, a base de explotar una mínima parte de las variedades vegetales de alimentos, está contribuyendo a acabar con la biodiversidad.


Un sistema que no respeta los ecosistemas naturales, con la consiguiente extinción irreversible de muchas especies.


El sistema que no le sienta bien a la tierra, y que habrá que cambiar, antes mejor que despues, mintras aun estemos a tiempo.